Ángel de los perdedores.

martes, 27 de abril de 2010
Apretando bien el paquete apuraste ese vaso, saliste corriendo a la calle, el te estaba llamando. La puta!! que feo que fue sin la margarita, las sirenas están sonando y yo sin agua bendita.
La noche te rompe la copa vendiendo ilusiones. Dejandote retazos de sueños por los rincones. Pero nena, tu risa es la magia de los rock and roles. Tatuada llevo la marca, de tus aguijones.
Curaste todas tus heridas con agua podrida, le mentiste al diablo tres veces vendiéndole flores, y te llevaste en andas al ángel de los perdedores.
Escondiste todos tus recuerdos en una guarida, jurando que nunca dirías alguna mentira... Pero vienes de esos callejones que funden alcoholes, donde solo campeonan los peores.

Terror ante la página en blanco.

domingo, 25 de abril de 2010

En este mundo blanco y virgen del cual soy yo la dueña, intento expresarte lo que en este momento me atormenta. Igual que esta hoja que de a poco voy llenando, estas vos, cerca mío, y ambos me producen lo mismo: terror. Tenerte frente a mí paraliza mis sentidos, mi cuerpo se vuelve inerte. Mis extremidades se tensan y mis dedos se vuelven torpes. No puedo enfrentarte.
Elijo en este momento ganarle a este vacío trozo de papel que con paciencia me invita a darle vida. Las palabras están, las formas, los modos, volando por mi cabeza, pero, ¿Como expulsarlos? Muchas veces, ante el terror, perdemos la coherencia y el control sobre nuestros actos, y esto nos limita, nos condiciona. Si el tenerte cara a cara es un impedimento para mi a la hora de expresarme, y las palabras simplemente no quieren salir a hacer su gracia, entonces me veo obligada a superar este miedo, para poder seguir avanzando, bailando sobre estas líneas, sintiéndome en la cuerda floja, temerosa de que mi baile acabe, que el terror me gane y que ni siquiera bailando las palabras quisieran salir.
No encuentro explicación en esta angustia que me hace doler hasta los ojos, este miedo a la nada misma. Este temor es acompañado por un sequito de sentimientos uno más fuerte y más confuso que el otro, y difícilmente creo poder dominarlos. Este drama parecería terminar cuando logre llegar hasta la meta: el final de la página, que me espera ansioso. Se muy bien que solo escribiendo puedo acabar con este miedo. Debo imponerme ante este desafío, superarlo es superarme, necesito para esto empujar hacia afuera mis ideas, que firmemente se rehúsan a soltarse de mí.
Es evidente que escribir puede ser para algunos uno de los placeres más excitantes y creativos. Vemos como grandes autores expresan con claridad sus ideales y sus pensamientos. Quisiera tener esa facilidad para decirte hoy y ahora todo lo que mi mente esta procesando. El ejemplo perfecto en este momento es Barthes. Ese placer que describe a la perfección, esa sensación que le produce el trazo del lápiz sobre el papel, es casi tan intenso como este miedo que me invade. Y créeme, que intento desprenderme de mi cuerpo para intentar ver mas allá, alejar mi mente de la rutina, de los ruidos y las molestias, y así llegar a la esencia de lo que quiero trasmitirte.

De a poco me vuelvo débil y vulnerable, cumplir este objetivo espera de mí un gran esfuerzo. Me cuesta ver tanto vacío, tanta nada junta. Me produce inseguridad, esa nada enorme genera más nada en mi cabeza, eliminando todo lo que tenía para decirte (o al menos creía que tenía). Es una confusión constante, entre decir y no decir, dejarme llevar o limitarme por estas sensaciones que me incomodan. Hubiera querido que esta labor fuera mas placentera, pero yo creo que el terror no puede pertenecer jamás al mundo de los placeres.
Lamentablemente te elijo a vos como oyente de mis penas, mi eterno compañero, que siempre ha sabido oírme a pesar de que mis palabras no fueran lo suficientemente claras. Al nombrarte vuelve a mi esa sensación de terror, me encierro, quiero pero no puedo salir. Gritaría lo que siento, si tan solo las palabras no se enmudecieran en el momento en que mi boca se abre. Si pudiera decirte todo esto mirándote a los ojos, no tendría que pasar por este calvario. Ambas cosas son un reto que me impuse yo misma, porque surgió dentro de mí la necesidad de hablar.
No quiero ser reiterativa, pero entre tanto análisis de la situación en la que me encuentro, llegue a la conclusión de que esta es la forma más directa en que puedo llegar hacia vos, aunque exija de mi parte un poco mas de empeño.
Sabiamente se ha dicho alguna vez que lo que no nos mata, nos hace más fuerte. Tengo entonces la esperanza de que la próxima hoja en blanco a la que me enfrente sea una batalla más fácil de ganar.